jueves, 14 de julio de 2016

ANIMALES PREDILUVIANOS EN LOS LAGOS DEL SUR (NAHUELITO) POR JAVIER STAGNARO

En la localidad de "El hoyo de Epuyen", en la provincia de Chubut, nos han comentado que
podría encontrarse un yacimiento arqueológico con pinturas rupestres, mencionándose la
existencia de un lugar denominado "el agujero del Diablo", donde se escuchan sonidos
"espeluznantes". Si el lugar en cuestión se tratase de un cavernamiento surcado por un río o
arroyo subterráneo, -Goyen Aguado comentó, luego consultado en Buenos Aires- ese podría
ser el origen de los sonidos espeluznantes allí registrados.
Según el comentario de gente amiga del Bolsón corría el rumor, que en 1987, dos médicos del
Hospital de dicha localidad, habrían sido testigos del avistamiento de una "sirena" (animal
mitológico, mitad pez y mitad mujer), y además del desplazamiento de una sombra descomunal
bajo las aguas del Lago de Epuyén, donde se hallaban pescando (?).
Pablo Basterrechea en el lago Epuyén, siguiendo las pistas de las leyendas de la comarca andina

En realidad estos comentarios encuadran también dentro del folklore regional; Alberto Vúletin, de quien ya
hicimos mención dice en la obra citada, que la “Coñilauquen” (Niña del Lago), “se trata de un
ser mitológico de la región lacustre que de acuerdo a las diferentes descripciones
correspondería a la universal Sirena. La conciben como una atractiva mujer joven con la mitad
de su cuerpo semejante al de los peces y una larga cabellera dorada. Tiene el poder de atraer
con sus cánticos a los viajeros para internarlos en sus dominios subacuáticos para siempre.
Los balseros del lago Lácar del Neuquén refieren que cuando cargan con mucho pescado sus
“huampus” (embarcación aborigen), ”la Coñilauquen", se enoja y les vuelca todo lo conseguido
para que sus protegidos vuelvan a su elemento, destrozando algunas veces la embarcación
contra las rocas de la orilla”.
Como se puede apreciar en este caso, la similitud con la correspondiente criatura de la
mitología griega es sorprendente. Lo cierto es que en el mapa del Doctor Venzano, figura en
dicha localidad una "laguna del Plesiosaurio", próxima al Cerro Pirque, y que tuviera como
protagonista de una denuncia de avistamiento de un animal desconocido de esas características,
al Sheriff norteamericano Martín Sheffield, el cual recaló en 1922, buscando al
célebre ladrón de bancos y ganado Leroy R. Parker más conocido por su alias Butch Cassidy
(alias Ingerfield) y a sus secuaces Harry Longbaugh (alias Sundance Kid, alias Mister Place), y
Etta Place, hija de un honorable George Capel y nieta de Arthur Capel, sexto Conde de Essex,
según la investigación del genial Hugo Pratt.

 El sheriff Martin Sheffield,
quien buscaba a Butch Cassidy y
 Sundance Kid en la región de El Bolsón.
Los bandidos habían huído de los EE. UU., y se presumía de acuerdo a los informes de la
Agencia Pinkerton se hallaban ocultos en proximidades de Cholila, en Chubut, no muy lejos de
Epuyén y El Bolsón, donde Sheffield esperaba capturarlos. El hecho es que corrieron muchas
versiones, algunos los dieron por muertos, otros los ubicaban en distintas ciudades y provincias.
Se cree que "Sundance Kid" murió por aquellos pagos, que Etta Place regresó a EE.
UU. y que "Butch" permaneció un tiempo en la Argentina, incluso como un empresario
ganadero, alojado en Bs. As., y que luego finalmente regresó a Nueva York por barco, donde
desapareció, despistando a la Agencia Pirkerton. En cuanto a Sheffield parece que se aburrió
Carta del Sheriff Martin Sheffield al Director del Zoológico
de buscarlos y que enamorado de las tierras patagónicas y de sus mujeres, se radicó y formó
familia. Una región de El Bolsón lleva su nombre, y la abuela de Marta Pastorino, a quien traté
en 1979, había conservado por mucho tiempo la placa de Sheriff que éste le había obsequiado.
Pero volviendo al caso del Plesiosaurio, en aquella ocasión Sheffield le escribió a Clemente
Onelli, quien por entonces se desempeñaba como director del Zoológico de Buenos Aires,
alertándolo sobre el descubrimiento de un extraño animal que confundió al principio con una
especie desconocida de cisne, pero las curvas visibles en el agua le llevaron a decidir que se
trataba de un cocodrilo. Onelli dedujo que era un Plesiosaurio, y organizó una expedición con
apoyo de universidades americanas y donaciones recaudadas en la Argentina.
Al llegar a Chubut se enteraron que la Sociedad Protectora de Animales había presentado ante
el Ministerio del Interior una queja para que se prohíba la caza, pesca, o muerte del
Plesiosaurio; impartiéndose la orden correspondiente, la expedición fue abortada, teniendo que
regresar a Buenos Aires.
Los relatos sobre animales misteriosos o fabulosos parecerían ser sacados de obras de ficción
científica como las elaboradas por Julio Verne, donde en su "Viaje al Centro de la Tierra" hace
pelear, en el mar interior, frente a los azorados viajeros, a un Ictiosaurio contra su mortal
enemigo: el Plesiosaurio, una especie de descomunal serpiente escondida en el caparazón de
una gigantesca tortuga; esta novela fue escrita en 1864. O bien en "El mundo perdido" de
Arthur Conan Doyle, que ubica en Sudamérica un fabuloso valle con animales prehistóricos,
escrita en 1912, de la cual se han llevado a la pantalla grande, varias adaptaciones, siendo las
más recientes y consagradas por sus efectos visuales la saga escrita por Michael Crichton:
"Jurasic Park", y precisamente: "El mundo perdido", dirigidas por el cineasta norteamericano
Steven Spielberg.
El autor de origen ruso llamado Vladimir Obruchev (1924), inspirado en “Viaje al Centro de la
Tierra” de Verne, incluye en su libro "Plutonia", una pelea de animales antidiluvianos.
Sin embargo, aunque se podría encontrar paralelismos, los primeros comentarios que
circularon sobre estos animales desconocidos en Sudamérica, y que sugerían la idea de haber
sobrevivido a la extinción de los dinosaurios, se remontan al siglo 18, los cuales interesaron al
soberano Carlos IV de España, quien envió una expedición en su búsqueda.
El inglés George Chaworth Musters, del cual ya hicimos referencias, también buscó en sus
viajes por la Patagonia, allá por 1869, las huellas de animales no catalogados que recibían
nombres como: "Tigre de agua", el cual destacaba por su ferocidad, y que según el relato del
cacique Nahuelpi, de origen Tehuelche, recogido por el Dr. Nietsche en 1875: "Era muy grande,
recubierto por pelo corto y con garras curvas"; el mismo había sido observado en el Lago
Aluminé y era muy temido por la población indígena de la zona.
Dentro de la misma provincia de Chubut, en la zona del Lago Vintter, conocida como: "El Valle
Encantado", también se han registrado testimonios de avistamientos de animales de características
poco comunes, tal el caso de un lugareño de origen alemán apellidado: Gerardo
Steinchkampenn, el cual elevó su denuncia a la policía regional.
Julio Goyén Aguado, que había fundado el Centro Argentino de Espeleología junto a otros
entusiastas de las exploraciones subterráneas en 1970, y que se había abocado a rescatar la
figura de un ilustre basko-argentino Don Florencio de Basaldúa, autor de "La Raza Roja"
(1911), en Calcuta, cuando se desempeñaba como Cónsul Argentino en la India, y de otras
muchas obras dedicadas al estudio de la Prehistoria, tuvo acceso a documentación personal, y
contacto permanente con los descendientes del mismo, quienes fueron aportando elementos
para la confección de una biografía que lamentablemente no pudo concretar. Florencio de
Basaldúa, siendo designado Gobernador de Chubut, recibe en 1899, al afamado paleontólogo
argentino Florentino Ameghino, el cual había levantado gran polémica entre sus pares con la
teoría personal sobre el origen del hombre en el continente americano. Ameghino convenció a
Basaldúa para organizar una expedición en busca de un animal fabuloso al cual llamó
"Mylodón", tras mostrarle restos del mismo. "Este cuero -comentó- es del Mylodón, cazado y
muerto por el indio Hompen en la ribera del Lago Colgué-Huapí. Los tehuelches lo llaman
Yemish, que significa "Tigre de agua", y le tienen miedo por su aspecto feroz, sus hábitos
nocturnos, su fuerza, sus bramidos y su invulnerabilidad a los tiros de Rémington. Dicen que es
anfibio y que con sus garras arrastra a los caballos hasta el fondo del lago". Al parecer los
cazadores que intentaron su captura, tuvieron que abortar la expedición pues casi resultan
cazados a su vez por el Mylodón.
Goyén Aguado, que como dijimos había profundizado en la lectura de Basaldúa, y sobre el cual
podemos leer una gran variedad de artículos que publicaba en la revista "La Baskonia", de la
que el mismo Goyén Aguado era Director, y considerando factible el relato de Ameghino, e
incluso de otras fuentes que había consultado, decidió él mismo organizar una expedición en
busca del Mylodón, o de alguna otra especie desconocida en el Lago Vintter, agregando así a
su curriculum vitae, además de Despachante de Aduana, Espeleólogo, Historiador Sanmartiniano,
Bascófilo, Melómano, Atlantólogo, Biógrafo, Investigador y entusiasta de las ciencias en
general, el de "Criptozoólogo".
Así en 1977 llegó al Lago Vintter, en cuyas márgenes descubrió huellas de pisadas que
alcanzaban los 50 centímetros de circunferencia y cuya presión, según sus cálculos, debía ser
de varias toneladas, realizó moldes de yeso de los que consideró las huellas del animal, que
sugerían que las mismas se perdían hacia el interior del lago. En su investigación recogió
testimonios de gendarmes, entre los cuales uno de ellos -que solía acompañar a Goyén
Aguado en sus expediciones, brindando apoyo logístico- no sólo había visto al extraño animal,
sino que también oído sus bramidos.
Goyén Aguado y un colaborador (Carlos D´Agostino), tomando un molde de la huella de un animal desconocido en las orillas del lago Vinter
En la obra de César Fernández, "Cuentan los Mapuches", un relato recopilado por el propio
Fernández en 1989 y narrado por Felipe Rañinqueo; Aucapán, 1978, nos revela cierta
coincidencia entre lo narrado por Goyén Aguado y la leyenda del "Huaca Mamül".
Dice así:
"Una tarde la gente estaba cansada, acobardada por el calor. Venía un ventarrón muy fuerte y
volaba todo. Entonces se sintió un bramido: ¡Aaaaaa!.
Y otro grito más fuerte todavía. Y otro más.
Era la señal de Huaca Mamül, que llamaba al agua y al viento. Grita como a la tardecita o a la
salida del Sol, por la mañana. Y cuando el tiempo va a seguir malo, repite el soplido.
El Huaca Mamül, es un palo que está medio quemado (se refiere al palo vivo considerado
como hijo de la Luna, que boga en forma de madero y destroza lo que tiene a su alcance;
también se interpreta al palo vivo como un cacique o inca condenado a navegar eternamente
en el lago y que se ve en las noches de tormenta. (B. Koessler, 1962, página 195, N° 3). A
veces camina un poco para meter más ruido. El palo vivo también le dicen. Como estampido
suena el grito que pega. Vive en el centro de un bosque, en la cordillera, entre Aucapán y
Chile, en una laguna escondida. Brama como vaca para anunciar tormenta y viento. Y esa vez
llovió mucho y corrió viento muy fuerte".
Fernández ha recogido gran cantidad de narraciones mapuches de primera mano, las mismas
que hoy día se pueden escuchar sobre el origen de los avistamientos que ocurren en los lagos
de sur.
Así, cuando en 1987 viajé a Bariloche, todavía estaba fresco el recuerdo de las noticias que
daban cuenta de la aparición y consecuente filmación por parte de testigos, de un extraño
animal que surcó las frías aguas del Lago Nahuel Huapi, bautizándolo graciosamente como
"Nahuelito".
El empresario Guillermo Barsi, residente de la ciudad turística de San Carlos de Bariloche -
comenta Diego Viegas en un reportaje realizado en la zona para la revista Año Cero- relató así
su experiencia ocurrida a las 16.30 horas en Navidad de 1986, mientras se encontraba
navegando por el Lago Nahuel Huapi:

"Era algo que se desplazaba en sentido contrario al que íbamos, es decir hacia la ciudad de
Bariloche, y a unos 80 o 100 metros de donde estábamos. Concretamente vi un desplazamiento
de agua muy grande... una estela en forma de letra "V" que iba cortando la superficie
del lago. Detrás de la estela se veían borbotones en el agua y una especie de aletas negras".
Según un artículo reciente de von Demo Admin, publicado en Internet, el famoso Monstruo del
lago Nahuel Huapi, habría reaparecido. Algunos párrafos de la siguiente nota nos dice:
Un hombre dejó en la redacción de un diario de Bariloche tres imágenes obtenidas el sábado
pasado en horas de mañana, donde según dice "la criatura acuática dio la cara". Regresa la
leyenda que se origina en relatos mapuches hace 200 años y registra el primer avistamiento en
1910 en las aguas del lago Nahuel Huapi
Según consigna el diario "El Cordillerano" un señor se acercó a la recepción y dejó un sobre
con tres fotos que contenía una escueta leyenda.
En el papel se leía "no es un tronco de formas caprichosas. No es una ola. El Nahuelito mostró
la cara; lago Nahuel Huapi, sábado 15 de abril de 2006, 9 horas. No doy mis datos para
evitarme futuras molestias".
En las imágenes se pueden apreciar distintas tomas de lo que parece un animal muy
semejante a una serpiente, con el cuerpo semi-sumergido.
Luego agrega algunos conceptos y comentarios similares a los que ya hemos reseñado, pero
también aporta otras opiniones y teoría, a saber:
”La leyenda se remonta a relatos indígenas y el primer avistamiento registrado data de 1910,
cuando George Garret pudo avistar "a unos 400 metros de distancia una criatura cuya parte
visible medía entre 5 y 7 metros de largo y sobresalía unos dos metros por encima del agua".
“Una versión más moderna y fantástica sugiere que Nahuelito sería una extraña mutación de
algún animal local producida por los experimentos nucleares realizados en la década de 1950
por científicos alemanes o más recientemente por el Centro Atómico Bariloche.
Es llamativo, sin embargo, que la mayoría de los avistamientos describen al Nahuelito de forma
parecida, una longitud de aproximadamente 10 a 15 metros, dos jorobas, piel de cuero y, en
ocasiones, un cuello en forma de cisne.
Esta caracterización coincide con las descripciones que hicieron los Mapuches unos doscientos
años atrás según reseña el periódico de Bariloche.”
Lo que indica que la creencia o la realidad sobre el extraño animal sigue vigente.
Más allá de las opiniones escépticas de profesionales que sugieren que la gente suele
confundirse con "troncos" y algas que afloran del fondo de los lagos, es interesante descubrir
las coincidencias que surgen del folklore Mapuche; en este marco se me explicó que lo que se
veía en el Lago Nahuel Huapi podría tratarse de un terrible y misterioso animal llamado "El
Cuero" o "El Cuero de Media Luna", como podemos leer en la obra de C. A. Fernández:
"Fenomenología de la Religiosidad Mapuche" (pag. 43, Bahía Blanca, 1992).
Según Oscar Barreto (1992, p. 43): "El Trelquelafquen o Trelqueheuecufe (cuero de lago o
cuero del diablo), llamado tanta, es un cuero con uñas que goza de la capacidad mimética en
las playas donde se tiende y cuando alguien lo pisa se enrolla envolviéndolo y se desplaza
hacia las aguas y se hunde desapareciendo.
Alberto Vúletin lo menciona con el nombre de Trelquehuecuvú, y comenta que: ”E. W. de
Moesbach explica que este mito se origina en una jibia gigantesca, idea que no comparto” -dice
Vúletin- luego agrega que: ”se da el nombre de Manta a una clase de Raya gigantesca que vive
en los fondos marinos- Manta Birrostris (manta raya) cuya cola posee una uña muy venenosa
con la que hiere a sus víctimas, siendo la mayor de su especie. Se la considera un monstruo
marino. En Chile se la conoce con el nombre de Manta o manta del Diablo”.
Como vemos, mitos, leyendas y testimonios contemporáneos dan cuenta de estos bizarros
habitantes de cuentos de hadas o de la "Dimensión Desconocida" -como diría Rod Serling, el
creador de la serie televisiva de los años ‘60.
Lo cierto es que el espeleólogo y criptozoólogo Julio Goyén Aguado volvió al Lago Vintter, al
año siguiente y junto a un grupo de colaboradores pudo escuchar por sí mismo el bramido del
supuesto animal -según me relató en una noche de campamento a 4.500 metros s.n.m en la
ladera del Volcán Llullaillaco, al calor de un fogón, donde intentábamos mitigar una temperatura
constante de más diez grados bajo cero-, que el sonido que habían escuchado abarcaba
todo el valle, y que les había erizado los pelos del cuerpo, agregando que se imaginaba que
debía provenir de la garganta de un animal descomunal.
Ante mi pedido de definir o comparar el bramido del animal con algún otro conocido, que por lo
pronto pudiera habitar en la región, y siendo además Goyén Aguado hombre de campo, no
pudo hallar en sus recuerdos nada que pudiera igualarlo, nada con que comparar.

El monstruo del Lago Vinter (plesiosaurio).

Como corolario para este artículo que pertenece al libro de Javier Stagnaro Austerria, los túneles de Agharta en América, damos a conocer un fragmento de un audio grabado por el mismo Stagnaro  en aquel "fogón" del año 1997, en la ladera de la montaña sagrada Llullaillaco (cordillera de los Andes, provincia de Salta, Argentina, límite con Chile), en el cual el espeleólogo convertido en leyenda, Julio Goyén Aguado cuenta sus investigaciones sobre monstruos lacustres. Un documento único e invaluable.


  
Para solicitar el libro de Javier Stagnaro, pueden hacerlo dirigiéndose al correo: jatostagnaro@gmail.com